Lo opuesto a la vida no es la muerte, sino el miedo. La vida es abundante, llena de posibilidades, lo que la hace colorida y vibrante. Desaprendimos u olvidamos la conexión con esa esencia vital, y vamos por la vida fragmentados y con miedo. Porque nos hemos desconectado de esa fuente, vivimos en el esfuerzo, en el sacrificio y en el “sinsentido”. Para. Escucha. Siente. Inhale. Permítete. Elije. Fluya. Déjate tocar por la vida. Ella quiere lo mejor para ti. Nada más que eso, nada menos que eso. Con fluidez y alegría. Esté presente. Sé tú mismo y realiza lo que cabe a ti realizar. ¡Vive!